Las ideas diferenciadoras y la firme convicción en que todo lo que se sueña es posible, llevaron a Absalón Sierra a lograr importantes alianzas con sus proveedores.
M Sierra Ferreteros se ha consolidado en el mercado colombiano como una compañía que le apuesta a los retos, que no le teme a emprender nuevos caminos, con tal de lograr sus metas de crecimiento. Absalón Sierra es quien lleva el timón de esta nave, un santandereano que desde muy joven aprendió el valor del trabajo duro, y hasta la fecha no ha parado.
í‰l es de los pocos distribuidores ferreteros que ha logrado ampliar su mercado, explorando regiones de Colombia que no alcanzan a estar en la imaginación de muchos otros, esas zonas conocidas como "rojas", asediadas por la violencia.
"Empecé por la periferia de Bogotá y luego viajé a las zonas rojas del país. Visité muchas ciudades tradicionales pero no tuve éxito. Decidí ir a esas otras regiones como Chocó, Nariño o Arauca, y vendí. Luego me di cuenta de que hay lugares muy apartados en los que hay mucho por hacer en ferretería", relata Absalón.
Poblaciones con una fuerte demanda de artículos de ferretería miscelánea, donde se vende muchas veces al contado, y se persifica el portafolio. "La ferretería miscelánea es una fortaleza en estas regiones, lo que es hogar, pintura, cerrajería, tuberías y accesorios. Nosotros tenemos el 70 % de lo que necesita una ferretería en un pueblo, excepto cemento y varilla", añade.
Y lo que se convirtió en una oportunidad de negocio, que lo diferenciaba de sus competidores, pasó a ser el argumento comercial más estratégico de todos. Se convirtió en la puerta de entrada a las grandes alianzas con sus proveedores, los cuales querían vender en todo el país sin arriesgar tanto.En Colombia empezó a sonar el nombre de Distribuciones M. Sierra, como se llamaba anteriormente el negocio, y los fabricantes notaron que este ferretero era el aliado idóneo para poner sus productos en zonas donde otros no llegaban.
"Toqué puertas y ellos, al darse cuenta de que la empresa llegaba a esas zonas de difícil acceso, empezaron a escuchar. A la fecha hemos establecido alianzas logísticas, de transporte, y beneficios de pago por compras de ciertos volúmenes", dice el Gerente de M. Sierra Ferreteros, marca con la que actualmente se promueve esta empresa.
Las relaciones se fueron estableciendo, pasando de ser meros contratos de compra y venta. Un ejemplo de integración, un caso de éxito que comprueba que es posible crecer bajo el esquema de un gana - gana sin egoísmos. Dice Sierra: "vivo altamente agradecido con los proveedores, porque sin ellos no tendríamos empresa".
En su opinión, el ferretero debe cambiar su actitud frente al proveedor para darle un mejor lugar, y ser más receptivo con los beneficios que la integración le puede traer. Pero esa manera de pensar no solo la aplica con sus aliados, también con sus clientes. Ellos cuentan con la asesoría y el acompañamiento de Absalón para hacer crecer y consolidar sus negocios.
Su política de integración procura aplicarla también hacia el otro eslabón de la cadena. "De cara a sus clientes, se preocupa por dedicarles tiempo de calidad, incluso aquellos que tienen el deseo de seguir sus pasos, porque encuentran en Absalón un maestro que los ayuda a consolidar sus negocios, brindándoles asesoría. í‰l quiere que todo el mundo surja, así como lo ayudaron a él, quiere extender esa misma generosidad", dice Edna Roncancio, esposa de Absalón, y subgerente de la compañía.
Soñando en grande
De la infancia de Absalón Sierra hay un recuerdo que lo ha acompañado a lo largo de su vida. Unas palabras que hicieron mella en su corazón, y que lo motivaron a confiar en sus sueños, y a tener la determinación necesaria para volverlos realidad.
"Mi madre siempre me dijo que tenía que ser alguien diferente, que tenía que triunfar, que tenía que ser grande y no parte del montón". Una invitación que cuando cumple 8 años toma como propia al quedar huérfano, y empezar a enfrentar su vida de una manera distinta.
Tras esta pérdida viaja a Bogotá desde Santander, donde su hermano Noeli, quien tenía una ferretería. Allí dio sus primeros pasos ferreteros, colaborándole como mensajero y domiciliario ocasional, mientras alternaba su tiempo con el estudio.
Pasaban los años y en esos recorridos solía caminar enfrente de un gran depósito en el barrio Santa Lucía. Entraba, observaba y no paraba de soñar con un día tener un negocio más grande aún. Una ilusión de niño, pensaban muchos, pues era casi imposible que alguien en su condición pudiera alcanzar tanto éxito.
Sin embargo, aferrado a ese ideal de "no ser del montón", comenzó a hacer sus primeros negocios ya en la adolescencia. Recuerda una ocasión en la que llegó al barrio Ciudadela Sucre, donde otro santandereano, a quien ofreció un surtido misceláneo. "Lo vendí, pero no tenía cómo pagar un acarreo, así que me fui caminando desde el barrio Candelaria Sur desde las 5 a.m. y llegué a las 5 p.m. con una carretilla", cuenta Absalón.Ese día regresó a casa quemado por el sol y con los pies adoloridos, pero con el firme propósito de seguir haciendo negocios y así ahorrar para montar su propio depósito. "Nada le puede quedar a uno grande", dice.
De su hermano Noeli aprendió a ser disciplinado, a hacer lo correcto. A pesar de estar rodeado de oportunidades que lo hubieran llevado por el mal camino, su hermano estuvo ahí para guiarlo con exigencia.
Con esos valores y unos ahorros, tomó la decisión de independizarse a los 15 años de edad. Aprendió a mezclar mineral que era utilizado para hacer pisos, y descubrió que era rentable para él. Alquila entonces un local cerrado, que pide en dos para convertirlo en lugar de trabajo y habitación.
Así empezó, con sacrificio, disciplina y solo dos mudas de ropa, que rotaba diariamente; además de unos overoles usados que eran su ropa de trabajo. De domingo a domingo trabajaba. Por la mañana atendía a sus clientes, de corbata, y de noche llevaba los pedidos en overol.
Pasó el tiempo, y buscando una bodega de mayor tamaño conoce a una querida familia que lo llega a acoger como si fuera un hijo más. Con la confianza que se ganó, gracias a su actitud emprendedora y su actuar honesto, Absalón siendo todavía menor de edad, pide ayuda. Los Dávila deciden hipotecar su casa y de esta manera, obtiene el préstamo que le permite surgir.
Con el tiempo, el emprendedor contrató a sus primeros empleados y delegó muchas funciones. Ya creyendo que había alcanzado parte de lo que soñó, se topó con la primera desilusión.
Su equipo lo defrauda, robándolo y dejándolo en la quiebra, con una deuda de 300 millones de pesos.
"Uno de los proveedores a los que le debía, me dijo que tuviera pantalones y que de esa me tenía que levantar. Aunque le ofrecí lo que tenía (un apartamento y un carro) para saldar mi deuda, él se negó. Al otro día, dos camiones con mercancía de esta empresa llegó a mi bodega y así pude seguir trabajando", relata Absalón.
Vendió sus bienes para saldar algunas cuentas, y empezó de cero. Ahora solo, tomando las riendas de su negocio por completo. Un cliente de viaja data, aquel que lo esperó aquel día en Ciudadela Sucre, le ofrece una bodega en un barrio apenas naciente al sur de la ciudad, donde las calles estaban aún sin pavimentar.
Empieza nuevamente a crecer, luego cambia de establecimiento, comprando una bodega de 300 metros en el barrio Carvajal, donde adecuó su negocio y vivienda. La expansión se dio de a poco, creció en mercancía y en espacios. Actualmente completa 4.000 metros cuadrados.
En 2004, Absalón se casa y llega a su vida y a su empresa Edna Roncancio, quien se encarga de la administración de M. Sierra Ferreteros para permitir que él haga lo que más le gusta, es decir, vender y relacionarse con el cliente.
Junto a ella tuvo tres hijos, cuyos nombres empiezan por la M de M. Sierra Ferreteros. Ellos son el futuro de su empresa, tres pequeños que desde ya se visualizan gerenciando. "Queremos entregarle una empresa organizada a nuestros hijos para que el día de mañana continúen el legado", afirma Edna.
"Todos los días quiero lo mejor, por eso trabajamos duro. Soy una persona que siempre contesto en positivo, no me gusta que me hablen en negativo", dice quien una vez fue ese niño ilusionado, capaz de vencer sus miedos y hacer realidad sus sueños.
Un logro producto de su tenacidad, y el apoyo incondicional de su familia, sus amigos y sus proveedores.